The matador: el rufián melancólico; el asesino sentimental

10Nov07

The MatadorUn killer al borde del ataque de nervios entabla una relación casual en México con un vendedor yanqui de paso por el país. ¿Hacia dónde se dirige una trama de este tipo? O a una suma de lugares comunes, o – como en este caso – a una cálida película de tono menor.

Pierce Brosnan se agranda paso a paso. Ya es el actor después del actor. No sólo compuso el mejor James Bond de la historia, sino que en sus posteriores trabajos, cada vez que puede la emprende con su demolición.

Lo hizo mostrando el costado siniestro de un servicio británico en «El sastre de Panamá», y vuelve a lograrlo en los zapatos de Julian Noble, un «facilitador de fatalidades» que acerca su vida a un punto de inflexión.

El Noble de Brosnan es un tipo peligroso, sí, pero de esos a los que invitarías a un almuerzo para que te cuente qué tan bueno es matar.

En la segunda pata en la que se apoya el film está Greg Kinnear. Kinnear de seguro pasará a la historia como «el vecino gay de JackNicholson en Mejor Imposible», y no como «el vendedor amigo de Brosnan en The Matador», y es una pena. Hollywood y el Oscar pagan las morisquetas y el estereotipo extrovertido, y no el sutil trabajo de un actor.

Que es lo que parece haberles pedido el director Richard Shepards:«A ver, muchachos: vos sos un asesino, y vos un vendedor. Conversen de modo tal que yo me lo crea y le entren ganas de participar al espectador «.

Completa el trípode actoral Hope Davis, la esposa de Kinnear en la ficción. Del ama de casa que crea para la película; de sus matices, uno empieza a entender que Shepard es un gran director. Alguien que quiere a sus personajes, y les regala la posibilidad de por lo menos un momento grande en una película chica.

Ahí radica el fuerte de The Matador. Entre lo sórdido y el disparate, la narración va siendo modelada por los diálogos, los gestos y las ceremonias en la que se cimenta cualquier amistad. En lo que significa juntarse para ir a la cancha – o a ver a los toros -, los sinceramientos dolorosos y el riesgo de la incomprensión.

En la música que se pone a las tres de la mañana en una casa de familia, mientras afuera hace un frío de nieve y adentro da para reírse todavía un rato, bailar en medio de la borrachera, y regalarse si es posible un whisky más.



1 Responses to “The matador: el rufián melancólico; el asesino sentimental”

  1. 1 Anaik Frita

    Gracias, la voy a ver, sobre todo porque me gusta Pierce Brosnan desde Remington Steele (babassssss)


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